Perfumes unisex: ¿Tiene sentido seguir diferenciando entre fragancias de mujer y hombre?

Mientras las barreras de género se van derribando en distintos frentes, cabe preguntarse si ocurrirá lo mismo con una industria en la que éstas parecen haber estado siempre más divididas

Curiosidades 13/01/2022 Editor Editor

En 2020, las cosas ya no son lo que eran. Tampoco en la industria de la belleza, aunque continúe siendo una de las que más barreras parece levantar entre lo que se considera cosmética 'para mujer' y 'para hombre'. Ya no vemos anuncios de perfumes en los que el género femenino se convierte en un accesorio a conseguir tras usar una fragancia masculina, pero todavía existe una marcada división entre los productos que están dirigidos a ella y a él.

En los packagings de los productos para mujeres encontramos multitud de diseños, pero los de los hombres se siguen encasillando en el combo negro-gris-azul y para de contar, teniendo además en cuenta que todavía no es tan habitual que ellos realicen -o admitan realizar- una rutina de belleza, mucho menos utilizar maquillaje. Y mientras que, al margen de la estética que los envuelve, se podría argumentar que la piel masculina tiene ciertas características que requieren de unos cuidados diferentes, en la industria de la perfumería no existe tal diferencia, más allá de un gusto olfativo. Y, ¿acaso no es posible que a un hombre le guste un aroma floral o a una mujer unas notas amaderadas?

Al igual que en la conducta que se nos enseña de pequeños, las fragancias masculinas deben ser fuertes y las femeninas delicadas. Pero mientras que cada vez más mujeres se sienten atraídas por las notas de los perfumes tradicionalmente masculinos, en comparación, muy pocos son los hombres que admitirían -o directamente comprarían- un aroma que ha sido publicitado hacia un público femenino. En 2020, esta distinción cada vez tiene menos sentido y está claro que está aferrada a ciertas construcciones sociales que, al igual que el viejo 'azul para los chicos y rosa para las chicas', poco a poco vamos derribando, pero lo cierto es que, de hecho, en un inicio ni siquiera existía esta división de género.

"Históricamente, el perfume no tenía género. Podemos remontarnos a los egipcios, al Renacimiento, a María Antonieta o dar un salto a la década de 1880, cuando se empiezan a hacer los primeros perfumes modernos, que por primera vez combinaban materiales sintéticos y naturales. Es entonces cuando la casa Houbigant lanza Fougère Royale, el primero que incluye un ingrediente de origen químico, y que compraban y utilizaban hombres y mujeres", explica Rodrigo Flores-Roux, Académico de Número de la Academia del Perfume y Senior Perfumer de la casa Givaudan.

Tal como cuenta el especialista, no es hasta mucho más tarde cuando empezamos a ver una cierta diferenciación, primero con el lanzamiento de Jicky de Guerlain, que si bien era empleado por hombres y mujeres a principios del siglo XX, había sido bautizado como un diminutivo de Jack que, según Flores-Roux, "tenía una carencia de género a propósito". Es en la década de los años 20 cuando, perfumes como L'Heure Bleue o Mitsouko, ambos de Guerlain, se empiezan a comercializar con un deje más femenino, pero no es hasta la década de 1950 cuando "empiezan a comercializarse perfumes que tienen como objetivo diferenciarse solo para caballero, como Habit Rouge o Vétiver de Guerlain; o Pour Monsieur, un perfume de Chanel creado para hombre, aunque la diseñadora nunca hizo ropa masculina".

No es coincidencia que el inicio de esta distinción en los años 50 coincida con el que empieza a ser el auge de la publicidad. Tal como explica Flores-Roux, "comienza una mercadotecnia muy incipiente para los hombres, que básicamente no existe de manera específica antes de 1950. Había algunos aromas que gustaban más a los hombres, como la lavanda o las maderas, así que se creó la convención de hacer perfumes masculinos con ese tipo de notas, pero no es más que una cuestión publicitaria de la segunda mitad del siglo XX". Más tarde, en 1966, Christian Dior saca su primera fragancia masculina, Eau Savage y a partir de los años 70 "se marca más claramente el género en los perfumes, surgiendo ejemplos famosos como Paco Rabanne o Polo de Ralph Lauren, que, definitivamente, están destinados al hombre".

A partir de ahí, se sientan las bases de la situación que conocemos ahora, que comenzó como un reclamo publicitario y se ha convertido en una convención social de la que todavía es difícil escapar. Y, en realidad, ni siquiera se interpreta de la misma forma en todo el mundo pues, tal como apunta el especialista, "lo que se consideraría un perfume masculino en Europa occidental tal vez no lo sea en Rusia, y definitivamente no lo es en la India".

Mientras todo esto tenía lugar en los años 70, paralelamente se gestaba una tendencia totalmente contraria en Europa: las fragancias unisex. "Es la década de las aguas o eau de. Había Eau de Patou, de Guerlain, Caron, Chanel, Lancôme... Eran perfumes frescos que, voluntariamente, carecían de género, aunque su verdadero éxito llegó durante los 90s, con el lanzamiento de CK One de Calvin Klein", explica Flores-Roux. "Su posicionamiento en el mercado fue el de 'un perfume para todos' y estaba muy bien formulado, muy bien conceptualizado, no solamente a nivel olfativo, sino a nivel visual y publicitario", explica sobre el que fue uno de los grandes hits de la década y que ayudó en gran medida a popularizar el concepto de unisex durante esa época.

De hecho, es entonces cuando este término evoluciona y empieza a incorporar no sólo a esas eau de que se caracterizaban por su frescura, sino a una nueva oleada de lo que ahora conocemos como perfumes nicho, también planteados 'para todo el mundo'. "Aparecen fragancias como la primera colección Privé de Armani, los de Tom Ford o la gama Les Exclusifs de Chanel", todos ellos planteados libres de género y con una idea de mayor lujo detrás. Curiosamente, este tipo de aromas no tienen nada que ver con los de 'olor a limpio' de los 70s, sino que, al contrario, "son bastante fuertes, poderosos y, además un poco experimentales. Utilizan notas exóticas, como el famoso oud, que apenas se utilizaba en perfumería occidental antes del lanzamiento de Oud Wood de Tom Ford".

No obstante, estos casos son relativamente minoritarios, mientras que las firmas más masivas continúan utilizando una dualidad al presentar sus fragancias. Como decíamos al principio, estamos en un momento en el que esa barrera empieza a diluirse, pero, a ojos del experto, todavía queda mucho tiempo hasta que podamos empezar a hablar de perfumes sin género, más allá de algunas excepciones unisex o nicho. Tal como explica, esto no responde sólo a una cuestión de marca, sino a un tema cultural: "Por ejemplo, en México, en el vocabulario habitual no dices que un hombre se pone perfume, dices que un hombre se pone loción o colonia, aunque es lo mismo, la única diferencia tiene que ver con la concentración del producto". Asimismo, el experto apunta que muchas de las firmas de mass market que todavía realizan esta distinción a menudo son identificadas por los consumidores como marcas 'para mujeres', por realizar también maquillaje o cosméticos de cuidado de la piel y por lo que, para muchos hombres, resultaría impensable acudir a ellas para comprarse una fragancia.

Flores-Roux apunta que sí veremos una evolución que, de hecho, ya se está dando en ciertas partes del mundo, con la que cada vez esta distinción dejará de tener sentido. Y si bien cada persona es libre de emplear un perfume independientemente de su género, de sus notas aromáticas y, por supuesto, de su packaging, todavía falta avanzar mucho hasta que dejemos de ver -si es que llegamos a verlo- esta división en la industria, aunque esa diferencia, a nivel personal, haya desaparecido por completo.

Fuente: Vogue

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