OPINIÓN. Estados Unidos, ¿un odio inmanente?

Por Anne Sophie Cominu-Bertein Salazar

Mundo27/04/2022EditorEditor

Hoy en día, Estados Unidos se palpa como un imperio que actúa de forma abusadora, dado que se presenta como un hiperpoder internacional que se porta de modo muy semejante a una policía internacional, pero ¿qué es lo que realmente nos disgusta de dicho país?

Podemos dar inicio al tema con el hecho de que la gente no odia a los estadounidenses sino la entidad política que se basa en la violencia autoritaria llamada como “Estados Unidos” dado que tienen una obsesión por sus intereses y su egoísmo. Así pues, empezaremos a desglosar las razones por las que una multitud de persona se oponen a Estado Unidos.

En un primer tiempo, existe una razón existencial. Esta afirmación se basa en el hecho de que EE.UU. siempre quiere controlar la existencia de otros pueblos y su manifestación en la población mundial. Es decir que, dicho país ha estructurado la riqueza mundial para enriquecerse permanentemente y reducir a la desdicha a las sociedades no occidentales; en otras palabas, la libre movilidad del capital norteamericano se conoce hoy en día como el “mercado libre” y esto se puede ver dentro del ejemplo de la circulación del dólar norteamericano, y el control de los EE.UU. sobre las instituciones financieras internacionales, como el Banco Mundial, el FMI y la OMC. Esto simplemente profundiza la marginación de los países menos desarrollados dentro de la organización de la economía mundial. Así pues, dichos países se les limita políticamente, así como se les excluye de la toma de decisiones, no obstante, esto no solo se ve a nivel económico, sino también en la globalización de la cultura, pues los pueblos son asfixiados al querer buscar su propia expresión y realización cultural.

En segundo lugar, existe una razón cosmológica, es decir que el mundo percibe a los EE.UU.  como la causa primera de todo. En otras palabras, parece que nada se mueve sin su consentimiento y nada puede solucionarse sin su validación. Son ellos quienes deciden la forma de transformar la evolución; así pues, parece que el mundo le pertenece solo a los EE.UU., y para el resto del mundo se les presentan posibilidades limitadas de reestructúralo.

La tercera razón se centra en la ontología, es decir que la naturaleza del ser norteamericano hace que los EE.UU. sea solo bueno y virtuoso. Sin embargo, en la realidad se palpa una situación completamente diferente, dado que los EE.UU. dice una cosa y hace exactamente lo contrario. Parece que los EE.UU. afirman ser la fuente del bien; no obstante, muestran el desprecio por los pobres y la negación de quererles brindar sus derechos al agua o a la alimentación. Además, si bien ellos son el centro del mundo también es claro que el pueblo norteamericano es extremadamente ignorante sobre los asuntos internacionales: no saben dónde están los demás países y mucho menos la historia mundial. La realidad es que los EE.UU. se auto representan como una sociedad abierta, pero en realidad se vive en un circulo cerrado en donde sus muros están impregnados de ontología.

La cuarta razón se podría basar en la necesidad de los Estados Unidos en querer definir todo. En otras palabras, los EE.UU. es un poder que define el mundo y la forma en que uno tiene que ser humano y como este debe de comportarse. Esta necesidad de definir las situaciones la utilizan como su instrumento de política externa pues ellos definen que es la justica, la democracia, los derechos humanos y la libertad. Poco a poco, esto se observan en sus ideas norteamericanas, las cuales son presentadas como las únicas que existen; es decir que, no hay espacio para que se interpreten y practiquen esos valores de diferentes maneras. No se percibe que la experiencia e historia de otras culturas puede haber originado su propia noción de libertad y justicia.

Estados Unidos se relaciona con el resto del mundo y lleva a cabo su política externa basándose en las cuatro categorías discutidas con antelación. Es decir que, estas maneras de comportarse se han vuelto parte integrante de su identidad. Los Estados Unidos mira al resto del mundo como hijos a los que se les puede enseñar y atraer a la civilización, de acuerdo con las demandas del futuro norteamericano.

Ahora bien, es importante superar dicho odio, ya que se convierte en un cuerpo de ideas y opiniones con una carga emocional de prejuicios. Es fácil odiar la situación, sin embargo, debemos de trascender los estereotipos y empezar a permitirnos que se expresen las diferencias y las diversidades. Se tiene que entender que la diversidad también es un derecho.

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