Cuál es el origen de la rivalidad entre Israel e Irán

El ejército de Israel inició en la madrugada de este viernes una serie de ataques contra instalaciones nucleares y otros objetivos militares en Irán en el marco de lo que bautizó como Operación León Naciente.

Mundo17/06/2025EditorEditor

En Medio Oriente, pocas rivalidades son tan explosivas y prolongadas como la que enfrentan desde hace más de cuatro décadas a Israel e Irán. Sin fronteras compartidas, sin guerras directas durante buena parte de su historia moderna, pero con un antagonismo creciente, ambas naciones han pasado de una cooperación estratégica a una hostilidad profunda que hoy amenaza con desestabilizar a toda la región.

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De socios discretos a enemigos ideológicos
La relación entre Israel e Irán no siempre fue de confrontación. Durante el reinado del Shah Mohammad Reza Pahlaví, Irán fue uno de los pocos países musulmanes en mantener vínculos —aunque discretos— con el Estado judío. A través de acuerdos de cooperación en inteligencia, comercio y petróleo, ambos países compartían intereses geopolíticos comunes: contener al panarabismo de Nasser en Egipto y fortalecer sus vínculos con Occidente.

Pero todo cambió en 1979. La Revolución Islámica, encabezada por el ayatolá Ruhollah Jomeini, transformó a Irán en una teocracia chiita con una marcada postura antioccidental y antisionista. El nuevo régimen rompió relaciones con Israel, clausuró su embajada y se declaró abiertamente en favor de la causa palestina. Desde entonces, el enfrentamiento entre ambos países dejó de ser una cuestión política para convertirse en una batalla ideológica.

Proxies, guerras en la sombra y amenazas nucleares
Con el correr de los años, la rivalidad se volvió más sofisticada y peligrosa. Irán comenzó a apoyar y financiar a milicias y grupos armados enemigos de Israel, como Hezbollah en Líbano, Hamas en Gaza y la Yihad Islámica Palestina. Estas organizaciones actúan como brazos armados de Teherán en su estrategia de “resistencia” contra el Estado judío.

Israel, por su parte, respondió con operaciones militares y encubiertas. Desde el asesinato de científicos nucleares iraníes hasta el virus informático Stuxnet, que en 2010 saboteó el programa atómico persa, la guerra en la sombra se intensificó.

Uno de los puntos más críticos es el desarrollo nuclear de Irán. Mientras Teherán sostiene que su programa tiene fines pacíficos, Israel lo percibe como una amenaza existencial. “No permitiremos que Irán obtenga armas nucleares”, ha reiterado en numerosas ocasiones el primer ministro israelí. Esta línea roja ha guiado la política exterior israelí durante las últimas décadas.

De Gaza a Teherán: la escalada de 2023 y el nuevo frente
El ataque de Hamas del 7 de octubre de 2023, que dejó cientos de muertos en Israel, fue atribuido —al menos en su planificación y financiación— al apoyo de Irán. La respuesta israelí fue feroz: bombardeos intensivos sobre Gaza, la destrucción de infraestructura militar y un cerco total al enclave palestino.

Desde entonces, el conflicto escaló rápidamente hacia otros frentes. Irán intensificó el suministro de armas a sus aliados en Líbano, Siria y Yemen. Israel respondió con bombardeos selectivos en Damasco y ataques a convoyes iraníes. La tensión llegó a su punto máximo en junio de 2025, cuando Israel ejecutó una serie de ataques aéreos sobre instalaciones militares y nucleares en territorio iraní, en lo que llamó la “Operación León Naciente”.

Irán respondió con una lluvia de misiles y drones que, si bien en su mayoría fueron interceptados, marcaron el primer intercambio directo de fuego entre ambos países.

Una guerra que nadie quiere… pero nadie detiene
Pese a las amenazas cruzadas, ni Irán ni Israel han declarado formalmente la guerra. Ambos países saben que un conflicto abierto tendría consecuencias catastróficas no solo para ellos, sino para toda la región. Sin embargo, el juego de provocaciones, ataques indirectos y escaladas parciales parece no tener fin.

La comunidad internacional observa con preocupación. Las potencias occidentales apoyan a Israel, pero temen una confrontación total que arrastre a otros actores. China y Rusia, cercanos a Teherán, mantienen una posición ambigua, llamando a la calma pero reforzando sus alianzas estratégicas.

Mientras tanto, millones de personas en la región viven bajo la sombra de una guerra que se cocina a fuego lento desde hace casi medio siglo.

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