Elizabeth Bathory, la condesa que usaba sangre de jóvenes vírgenes como tratamiento estético

Elizabeth Bathory es un personaje polémico en la historia de Europa. Se dice que tenía obsesión por la sangre y que tomaba baños de sangre de doncellas a quienes torturaba para mantenerse joven y bella. Sin embargo, se han esparcido otros rumores acerca de su vida que nunca se sabrá con certeza si son reales o simple ficción. Lo cierto es que los cadáveres de algunas jóvenes mujeres fueron encontradas en su castillo y en las cercanías y que fue condenada por este mismo motivo.

Curiosidades 03/04/2021 Editor Editor

Elizabeth Bathory, la Condesa Sangrienta, fue hija de una de las familias más adineradas y poderosas de Transilvania (Rumanía). Hoy en día es recordada por ser una de las mujeres más letales de la historia, al ser supuestamente responsable de la muerte de más de 650 doncellas por su obsesión a bañarse en sangre de virgen.

Curiosamente, era descendiente de Vlad III Tepes, un héroe nacional en Rumanía, el cual era apodado “El Empalador” ya que el empalamiento era su método de ejecución predilecto para ajusticiar a los enemigos del antiguo principado rumano de Valaquia. La figura de “El Empalador” sería la que muchos años más tarde inspiraría al autor irlandés Bram Stoker para escribir la novela de culto Drácula.

La Condesa Sangrienta nació en Hungría, en la ciudad de Nyírbátor el 7 de agosto de 1560 en una familia de nobles y aristócratas de gran influencia en Europa. Su tío materno era Esteban I Bathory, quien fue príncipe de Transilvania y rey polaco entre 1575y 1586.

Según los historiadores, en su juventud fue una niña inteligente, educada en materias como la política, las ciencias y las artes. Hablaba fluidamente cuatro idiomas y entre sus aficiones se encontraban la alquimia y la astronomía. A pesar su aventajada inteligencia, la joven condesa sufría de muchos males debido a que era producto de la endogamia (relaciones sexuales consanguíneas), frecuentemente practicada por los nobles de la época. Uno de estos problemas era la epilepsia.

A los once años es prometida con su primo Ferenc Nádasdy de 16 años y enviada a vivir al castillo de este para familiarizarse con la que sería su nuevo entorno. Sin embargo, pronto la joven se encontró simpatizando con los campesinos y jugando con ellos todos los días, hasta que a la edad de 13 años quedó embarazada de uno de ellos. Debido a esto, su madre decidió enviarla a un castillo lejano propiedad de la casa Bathory, donde Elizabeth pasó su embarazo y finalmente dio a luz a su primer hijo, que sería exiliado del país. Dos años después, a los 15, contraería nupcias con Nádasdy, quien más adelante sería conocido como “El Caballero Negro” debido a su crueldad y sadismo en batalla contra los turcos otomanos, quienes habían iniciado una guerra desde el siglo XV contra Valaquia y otros territorios para extender el islam.

Nueva vida tras enviudar

En el periodo de 1585 a 1595 dio a luz a cuatro hijos de Nádasdy, quien había decidido adoptar el apellido de su esposa. Sin embargo, el matrimonio no se veía mucho debido a las actividades bélicas del marido. Es en estos momentos cuando supuestamente Elizabeth empezó a desarrollar su afición por torturar a sus sirvientas. Según algunos historiadores entre las torturas más comunes practicadas por la Condesa se encontraban clavar agujas y espinas debajo de las uñas de sus jóvenes empleadas y bañarlas en miel para dejarlas atadas y que fuesen atacadas por los insectos. A pesar de que su marido participaba en estos maltratos a la servidumbre es posible que este también fuese quien mantuviese a Elizabeth controlada ya que después de la muerte de Nádasdy en 1604, su crueldad aumentó considerablemente.

Junto con ayuda de su antigua enfermera, Ilona Joo, y una bruja local llamada Dorottya Szentes, Bathory empezó a secuestrar a jóvenes campesinas a quienes torturaba y mataba. A veces les arrancaba pedazos de carne a mordiscos, incluso se cree que llegó a forzar a una chica a cocinar un pedazo de su propia carne para después comérselo.

Al parecer fuera del carácter sádico con el que se aproximaba a sus doncellas, la 'Condesa Sangrienta' era una madre protectora y cariñosa. Según las cartas que enviaba a sus familiares, se trataba de una buena esposa dedicada plenamente a su hogar. Sin embargo, este carácter solo se manifestaba con sus hijos o su marido, ya que, después de morir este último, su primera orden fue echar del castillo a su suegra Úrsula junto con el resto de familiares de su difunto. Finalmente, mandó a encerrar a las doncellas que estaban bajo la protección de su suegra en el sótano, donde fueron torturadas.

Rumores sobre su sexualidad y baños de sangre

Se dice que la condesa era bisexual y que una de sus tías, Karla Bathory, la invitaba frecuentemente a sus orgías, lo que provocó en ella un nuevo despertar sexual que la impulsaba a abusar sexualmente de sus criadas, a quienes castigaba si no mostraban el suficiente entusiasmo durante el acto sexual.

La vida de Elizabeth Bathory siempre ha sido objeto de controversia debido a la falta de pruebas y documentos históricos que respalden todas las acciones que se le atribuyen. Es por ello que no debería sorprender a nadie que haya varias versiones que referencien a un mismo hecho, como es el caso del hábito que hizo famosa a esta mujer de la nobleza del siglo XVI: los baños de sangre.

Con respecto a esta práctica existen dos versiones. La primera explica que en una ocasión en que la condesa quería mantener relaciones sexuales con una de sus doncellas, esta se negó y como castigo recibió una bofetada en la boca que la hizo sangrar. La sangre salpicó en la mano de Bathory, quien creyó que había visto la porción de piel cubierta de sangre rejuvenecer ligeramente, por lo que decidió experimentar tomando baños de sangre de virgen regularmente. La segunda versión parece indicar que no fue un descubrimiento inmediato, sino que Elizabeth, aficionada al satanismo y el esoterismo, pidió consejo a una de sus nodrizas sobre cómo podía mantener la vejez a raya. De esta manera a la condesa se le sugirió que lo más apropiado para su caso eran los baños de sangre.

Por supuesto, la ahora mujer de más de 40 años no era capaz de realizar estas actividades sola. Necesitaba la ayuda constante de su servidumbre para llevar a cabo los rituales. Durante estos años empezaron a desaparecer las hijas de muchos campesinos dentro de las paredes del castillo, que eran atraídas con la promesa de trabajar y, a pesar de que las sospechas siempre se inclinaron hacia la viuda de Nádasdy, debido a su alta posición y poder, esta mujer era intocable.

Los problemas graves empezaron a darse cuando comenzaron a desaparecer las hijas de otros nobles quienes eran secuestradas por los fieles sirvientes de la condesa: un sirviente llamado Thorko; la enfermera, Ilona Joo; la nana de Elizabeth; las brujas, Dorottya y Darvulia; y un hombre llamado Johannes, quien era al parecer el brujo mayor del castillo. Algunas eran abordadas con la promesa de que recibirían la más fina educación gracias a la generosidad de la condesa.

Juicio y contradicciones

El problema principal que se presentó ante los secuaces de la noble fue el hecho de que, al acumular cadáveres durante años, empezaban a quedarse sin sitio para almacenarlos. Se dice que algunos eran ocultados incluso debajo de las camas, pero que el hedor era insoportable, así que decidieron trasladarlos a un campo a las afueras de la ciudad.

Después del traslado los cadáveres no tardaron en ser descubiertos, además de esto, una de las doncellas que fueron llevadas al castillo para ser sacrificadas logra escapar y avisar a las autoridades. En ese momento el rey, Matías de Habsburgo, decide intervenir y encarga a su representante de más alto rango, György Thurzó, realizar las investigaciones correspondientes.

Según los rumores, Thurzó irrumpió en el castillo con sus hombres y encontraron a muchas jóvenes agonizando en medio de varias torturas, sin embargo, de esto hay muy poca evidencia histórica. Según la página tresbohemes.com, las acusaciones sobre haber sido pillada in fraganti, fueron hechas por el mismo representante del rey, sin embargo, algunos documentos parecen indicar que el arresto de la Condesa Sangrienta se hizo previo al descubrimiento de las supuestas víctimas.

Se sabe que a la condesa no se le permitió defenderse ni dar su versión de los hechos, así que todo lo que testificó Thurzó ha pasado a la historia como los hechos irrefutables que marcaron la leyenda de la 'Condesa Sangrienta.

Durante el juicio, las ayudantes de la condesa situaron las víctimas en torno a 37 mujeres mientras sirvieron a esta. No obstante, algunos empleados estimaron la cifra alrededor de las cincuenta, otros alegaron que la cantidad de cuerpos extraídos del castillo alcanzaba un total de 200. El número de 650 fue una estimación muy al alza, posiblemente declarada por otros nobles enemigos que deseaban desprestigiar a Bathory para decapitarla y arrebatarle las tierras. Durante esta época era muy común que los nobles esparciesen rumores sobre sus enemigos y estos han permanecido a lo largo del tiempo, otro ejemplo de esto es Catalina II de Rusia, quien incluso hoy ha visto manchada su imagen con el rumor de que la causa de su muerte el haber mantenido relaciones sexuales con penetración con un caballo.

Se dice que Elizabeth dejó varios diarios que aún no han sido encontrados, amén de 32 cartas exhibidas en los Archivos del Estado Húngaro y cuyo tipo de letra no concuerda con la firma de la propia condesa plasmada en su testamento.

Existe la teoría de que los hechos fueron exagerados e incluso una trampa, parecen cobrar fuerza gracias al hecho de que, después de ser condenada a una especie de arresto domiciliario dentro de su propio castillo, György Thurzó quedó a cargo de todas sus tierras y propiedades.

Pasó sus últimos días recluida en su propio castillo, posiblemente en una pequeña habitación con tan solo una rendija por donde era alimentada. Nadie tuvo contacto con ella después de su condena y los argumentos que podría haber aportado a su caso jamás fueron escuchados. Murió el 21 de agosto de 1614 dejando tras de sí un halo de misterio y una cantidad de dudas que parece que jamás obtendrán respuesta.

Fuente: Ignacio Fernandez.  El cierre digital

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