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Robert Roberson lleva 21 años en el corredor de la muerte de Texas, condenado por un crimen que sus abogados aseguran que nunca ocurrió.
21/09/2024Ahora, a sus 57 años, está a punto de ser ejecutado por la muerte de su hija Nikki, un caso que ha despertado dudas sobre la justicia y los errores judiciales que podrían estar conduciendo a un hombre inocente a su muerte.
Un diagnóstico controvertido
El 31 de enero de 2002, la pequeña Nikki, de 2 años, fue llevada al hospital en estado de coma, con el rostro azulado. Los médicos diagnosticaron el síndrome del bebé sacudido, un diagnóstico que se convirtió en la principal evidencia de maltrato infantil. Este diagnóstico convenció al jurado de que Roberson había sacudido a su hija, resultando en su condena a la pena de muerte en 2003.
Sin embargo, años después, la defensa de Roberson sostiene que hubo tres errores fundamentales que podrían demostrar su inocencia.
El diagnóstico erróneo de la causa de muerte: Los médicos no consideraron que Nikki padecía "doble neumonía", que podría explicar la fiebre y otros síntomas que presentó antes de colapsar. Una nueva autopsia reveló que la niña tenía neumonía en ambos pulmones, lo que le provocó una sepsis y finalmente un choque séptico.
Una investigación policial deficiente: Las autoridades no investigaron otras posibles causas y se centraron únicamente en la teoría del maltrato. Roberson fue detenido sin acceso a un abogado desde el inicio del caso, y el abogado que finalmente le asignaron no investigó otras causas que pudieran explicar la muerte de la niña.
La incomprensión del autismo de Roberson: En 2018, se diagnosticó a Roberson con autismo, lo que explicaría su aparente frialdad durante el juicio. Esta reacción, interpretada como falta de emoción, fue utilizada en su contra, reforzando la idea de que no mostraba arrepentimiento o preocupación por su hija.
El pedido de clemencia y el respaldo público
El caso de Robert Roberson ha sido respaldado por científicos, médicos, abogados especializados y figuras públicas como el escritor John Grisham, quienes solicitan al gobernador de Texas, Greg Abbot, que conmute la pena de muerte. La decisión final recae en Abbott, quien ha otorgado solo un indulto durante sus 9 años como gobernador.
Roberson está programado para ser ejecutado el 17 de octubre, a menos que se conceda la clemencia. De ser ejecutado, se convertiría en el primer prisionero en Estados Unidos sentenciado a la pena capital por un caso de síndrome del bebé sacudido, un diagnóstico que hoy en día ha perdido credibilidad científica en el ámbito penal.
Un detective arrepentido
Uno de los momentos más impactantes de este caso es el arrepentimiento del detective Brian Wharton, quien fue pieza clave en la condena de Roberson. Dos décadas después, Wharton se reunió con Roberson en prisión y le pidió perdón, admitiendo que cometió un error en su investigación. El exdetective incluso respaldó la petición de clemencia, afirmando que si el caso se hubiera investigado adecuadamente, Roberson no estaría en el corredor de la muerte.
"Es nuestra falla"
En un documental del New York Times, Wharton se mostró conmovido y pidió perdón a Roberson, quien respondió: "Me gustaría decirles que los perdono a todos. Solo espero y rezo para que juntos podamos hacer las cosas bien".
El caso de Robert Roberson pone en evidencia los peligros de un sistema judicial que puede condenar a un hombre inocente basado en diagnósticos médicos y juicios precipitados. Ahora, su vida depende de que se reconozcan los errores cometidos y que se otorgue la clemencia que podría salvarlo de la ejecución.
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