¿Qué está ocurriendo en Francia con las pensiones?. La ira crece y el riesgo de radicalización aumenta

A pesar del enfado, para el presidente la reforma de pensiones debe entrar en vigor a finales de año. Las fuerzas de seguridad advierten que las protestas pueden tornarse más violentas

Actualidad 22/03/2023 Editor Editor

Como modelo de seguridad social, el sistema de pensiones francés es conocido por su generosidad y cobertura amplia, pero también por ser costoso y difícil de mantener en el largo plazo. El gobierno francés ha estado trabajando en una reforma de pensiones para abordar estos desafíos y garantizar la sostenibilidad del sistema.

La reforma propuesta por el presidente Emmanuel Macron se basa en la creación de un sistema universal de pensiones, que reemplazaría los 42 regímenes existentes, cada uno con sus propias reglas y excepciones, con un sistema de puntos único. El nuevo sistema sería más justo y transparente, según el gobierno, ya que cada euro cotizado por los trabajadores otorgaría los mismos derechos, independientemente de la profesión o el sector en el que trabajen.

Mientras la primera ministra Elisabeth Borne se dirigía al estrado de la Asamblea Nacional, los legisladores de la oposición se pusieron de pie y corearon la Marsellesa, al tiempo que sostenían carteles que decían "no a los 64 años" y "democracia". Esta fue la escena que personificó la tormenta política en la que se metió Francia.

"En virtud del artículo 49.3 de la Constitución, comprometo la responsabilidad del gobierno", gritó Borne, al anunciar que la controversial reforma de pensiones que eleva la edad mínima de jubilación en Francia de 62 a 64 años se aprobaría sin votación en la Cámara Baja.

Algo no va bien en el sistema político francés
El apartado 3 del artículo 49 permite al primer ministro actuar unilateralmente. La única manera de detener un proyecto de ley aprobado en virtud de esta norma sería derribar el gobierno.

Los vientos en contra de lo que muchos percibían como una medida autoritaria también soplaban fuera del Parlamento, tras semanas de protestas contra la reforma de pensiones. Miles de manifestantes salieron a las calles de París y otras ciudades del país, algunos se quedaron hasta altas horas de la noche enfrentándose a la policía antidisturbios.

"Esto pone de manifiesto que algo no va bien en el sistema político francés. Podemos verlo en nuestras encuestas periódicas, que muestran que la gente quiere una democracia más participativa en la que los sindicatos y la sociedad civil participen en la elaboración de los textos legales", declaró a DW Bruno Cautres, del Centro de Investigación Política, con sede en París.

Vincent Martigny, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad de Niza y en la Escuela Politécnica de París, cree que la medida sumió a Francia en una crisis política que llegó para quedarse, al menos a mediano plazo. Aunque el puesto de Macron no está directamente amenazado, dirigir el país parece destinado a convertirse en un quebradero de cabeza.

El enfado se viraliza. Las manifestaciones estallaron nuevamente el martes por la noche, acompañadas de escenas de violencia en París, Nantes o Rennes. Mientras, los huelguistas continúan su movimiento en varios sectores bloqueando desde refinerías para impedir el repostaje de combustibles, centrales eléctricas o la recolección de residuos.

Los datos oficiales adelantan que los puntos de concentración y movilización llegarán a las 320 manifestaciones para este 23 de marzo. Se menciona entre 600.000 a 800.000 personas en Francia. Un aumento respecto al 15 de marzo con 480.000 personas en la calle según cifras oficiales, pero lejos del récord del 31 de enero con 1.272.000 manifestantes.

En París, la marcha que partirá a las 14 horas de la Bastilla en procesión hasta Ópera podría reunir entre 40.000 y 70.000 personas, donde podrán mezclarse entre 400 y 600 elementos radicales, con igual número de chalecos amarillos. La capital del hexágono es un elemento vital por la monumental repercusión que cada una de las protestas logra. Por eso, para las autoridades, si bien París está soportando las reiteradas escenas de violencia, se hacen cada vez más difícil desde hace cinco días.

Los infiltrados pasan a ser la nota de preocupación también para los sindicatos convocantes. Su presencia puede significar “un estallido de violencia que pudiera materializarse al frente de la marcha por parte de elementos radicales y paralizar el buen desarrollo de la manifestación”, indican.

La oposición politica prevé un recrudecimiento de la violencia. El primer secretario del PS, Olivier Faure, tras la entrevista televisiva con el jefe de Estado alertó: “Macron puso más explosivos en un infierno ya bien encendido”. Por su parte, el ex candidato presidencial de izquierda, Jean-Luc Mélenchon sostuvo que el jefe de Estado repite su “tradicional muestra de desprecio” sobre el pueblo francés.

Con información del DW e Infobae

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