Movimiento para la Extinción Humana Voluntaria: salvar el planeta erradicando al ser humano

¿Es la no procreación la única vía para que no acabemos con La Tierra?

General 08/12/2021 Editor Editor

El Movimiento por la Extinción Humana Voluntaria (VHEMT, de sus siglas en inglés), es un movimiento, ¡ojo, no una organización! que sostiene que la única forma de salvar el planeta es erradicando la especie que está acabando con él: la humana. Suena muy gore, pero no es así. Sus simpatizantes pretenden hacerlo sin derramamiento de sangre, mediante la no procreación voluntaria.

Eso de voluntaria es importante, no quieren imponer a nadie su ideología, solo que quienes se hayan concienciado con el problema pongan, si así lo desean, su granito de arena no contribuyendo al aumento de tan dañina especie. Por eso su lema –"Que vivas y disfrutes mucho, y luego desaparezcas"– es una máxima tan optimista que es imposible que no arranque alguna sonrisa incluso a los más reaccionarios creacionistas y negacionistas del cambio climático.

¿Un grupo de chalados o unos visionarios?

Si te crees que este movimiento lo forman un puñado de misántropos, inadaptados y antisociales que se deleitan morbosamente cuando el desastre golpea a los humanos, te equivocas de lleno. Al revés, es un movimiento creado por gente que se preocupa por la vida en el planeta Tierra, ya que científicos de la talla de Stephen Hawking han alertado de que si en los próximos cien años no se desarrolla una verdadera carrera espacial con el objetivo de colonizar otros planetas, la raza humana estará condenada a una extinción inminente.

Para comprender que el hacinamiento del planeta es un problema, solo hay que echarle una vistazo al reloj demográfico de la Oficina del Censo de los Estados Unidos: la población mundial actual asciende a casi 7 600 millones de personas. Los países con mayor densidad poblacional son China (1 400 millones), India (1 300 millones), Estados Unidos (328 millones), Indonesia (264,9 millones) y Brasil (210 millones). La verdad es que son cifras como para echarse a temblar. Y por si fuera poco, tenemos muchas pruebas de que nuestro paso por el mundo tiene consecuencias catastróficas en el ecosistema; somos plenamente conscientes de los residuos de todo tipo que producimos y que no tenemos forma de eliminar. Somos responsables de la deforestación, del cambio climático y de la contaminación de los océanos. Nuestra huella ecológica, el indicador del impacto ambiental generado por la demanda humana, es enorme.

Cuando entras en la web, lo primero que te encuentras es un ensayo riguroso sobre lo que es la espiral del silencio, la suposición de que a las personas les aterra sentirse aisladas y por lo tanto ajustan sus opiniones a lo que perciben como la opinión de la mayoría. En el caso de la densidad demográfica humana, la mayoría creen en el derecho humano a reproducirse, sin cuestionar si tal derecho está bien o si se usa correctamente.

¿De dónde surge este movimiento?

El estadounidense Les U. Knight le dio en 1991 el nombre de "Movimiento por la Extinción Humana Voluntaria" a una filosofía o visión del mundo que ya le rondaba la cabeza desde que leyó, a finales de los sesenta, La explosión demográfica, un libro a menudo considerado catastrofista de Paul R. Ehrlich, entomólogo norteamericano que en 2009 recibió el prestigioso Premio Ramón Margalef de Ecología de la Generalitat de Cataluña.

Como mucha más gente, Knight siguió una simple secuencia lógica, y llegó a la conclusión de que la Tierra estaría mejor sin los humanos. En 1991 comenzó a publicar el boletín informativo de VHEMT, conocido como These Exit Times que acabó convirtiéndose en la web http://www.vhemt.org/. En su boletín, Knight instaba a los lectores que no procrearan para promover la extinción humana. Sin embargo, aunque Knight sea conocido internacionalmente como portavoz del movimiento, nadie puede hablar por todos los voluntarios del VHEMT. No hay posición oficial para ningún asunto más allá de lo que implica el nombre del movimiento.

 

¿En qué consiste ser miembro de VHEMT?

Realmente es un activismo bastante pasivo. Ser un voluntario es un estado mental. Todo lo hay que que hacer para unirse es tomar la decisión de evitar reproducirse en el futuro. Para algunos esa es una decisión sencilla, para otros, impensable. Como el Movimiento por la Extinción Humana Voluntaria no es una organización, ni una secta, no puede tomar una posición o tener opiniones. No puede dar argumentos, decirle a la gente qué hacer o qué pensar, ni ser criticado por ello. La extinción humana voluntaria es simplemente un concepto para añadirse a los sistemas existentes de creencias, no un complejo código de conducta por el cual debamos vivir. Nadie decide qué posición han de tomar los demás. Si decides que te interesa, te puedes unir a su foro de discusión, y después decidir si eres voluntario (convencido de la necesidad de extinguirnos), simpatizante (decidido únicamente a no tener hijos) o interesado (aún indeciso, pero deseando conocer más).

Críticas

Hay que tener en cuenta que el ser humano siente un impulso básico por reproducirse, de dejar su huella genética. Knight es escéptico; aunque acepta la existencia del deseo sexual, piensa que la necesidad de tener hijos es un "condicionamiento cultural", y que tales deseos podrían canalizarse a través de otros medios: tal vez hacia la jardinería, la adopción de un arroyo, el cuidado de los ancianos o el tener una mascota. (Hay un cómic en These Exit Times titulado Bonobo Baby: su heroína evita la maternidad y decide criar un bonobo, una especie de simio en peligro de extinción que comparte el 99 por ciento de nuestros genes). En mi opinión, no creo que cultivar peonias se pueda comparar con criar a un hijo.

A algunos, el VHEMT les te parece un movimiento descafeinado y predican algo más rotundo para salvar el planeta, como la Iglesia de la Eutanasia fundada por Chris Korda, transexual vegana, activista, música, desarrolladora de software e hija del escritor Michael Korda. El más popular de sus lemas es "Save the Planet, Kill Yourself" (Salva el planeta, suicídate), y la ideología en que se funda se resume en un único mandamiento: "No procrearás". Su ideología tiene cuatro pilares: suicidio, aborto, canibalismo y sodomía ("cualquier acto sexual que no lleve a la procreación"). En su defensa alegaré que promulga que la reducción de población se realice únicamente por medios voluntarios –qué detalle–, de forma que su doctrina prohíbe el asesinato y la esterilización involuntaria (no sé muy bien en qué consiste el canibalismo, ¿se trata de dejar en tu nota de suicidio que por favor te conviertan luego en albóndigas con tomate?).

Enemigos

A primera vista, algunos asumen que los voluntarios y simpatizantes del VHEMT odian a la gente y que quieren que todos se suiciden o sean víctimas de asesinatos masivos. Es fácil olvidar que otra forma de reducir nuestro número es simplemente dejar de hacer más de nosotros. Pero la idea de que todos nos abstengamos voluntariamente de procrear suele desecharse sin mucha consideración, con este tipo de argumentos:

-La gente va a tener sexo, eso no se puede detener.

-Procrear es un instinto básico.

-Pero es que me encantan los bebés.

-Algunos debemos reproducirnos porque somos mejores que otros.

-Los humanos son parte de la naturaleza.

En VHEMT están convencidos de que cualquier persona que piense un poco en la situación llegará a la conclusión de que por el bien de la humanidad y del planeta lo mejor es desaparecer voluntariamente. Pero con la misma vehemencia que VHEMT defiende la extinción humana voluntaria, se opone rotundamente a la extinción que no sea voluntaria de cualquier especie y por tanto también está en contra de las actividades que favorecen la exterminación terrorista de la humanidad:

-Producción y uso de armas.

-Producción de tóxicos, como los petroquímicos y nucleares.

-Explotación sistemática de recursos naturales y humanos.

-Promoción del fascismo reproductivo.

Los que realizan esas actividades no son enemigos del VHEMT, sino de la humanidad. En realidad no tiene mucho sentido oponerse a un movimiento como el VHEMT que no lastima a nadie y beneficia a todos. Nadie les puede acusar de secta o de embaucadores porque no es una organización: aquí nadie recauda pagos por membresía.

Conclusión

Lo cierto es que la paternidad es una enfermedad muy conocida, aunque escasamente documentada, que transforma a los adultos educados, respetuosos con el medio ambiente y socialmente cooperativos en neuróticos intolerantes que, cuando no están haciendo innumerables recados en sus 4x4, están en casa amontonando montañas de pañales, con la calefacción a temperatura de sauna. Lo sabe cualquiera que haya tenido hijos o que haya visto algún capítulo de Mira lo que has hecho. De pronto lo único que importa es el bienestar del bebé, a costa de todo lo demás: recursos naturales y mano de obra infantil incluidos. Algo se dispara cuando tenemos un hijo, un deseo de protegerlo a cualquier precio.

Sabemos que hay demasiada gente en el planeta, que las predicciones de Paul R. Ehrlich son un hecho comprobado y sin embargo, la mayoría de las personas no quieren ser ellas quienes se abstengan de traer a su prole al mundo. ¿A qué se debe?

Creo que la decisión de no contribuir a la superpoblación del planeta es algo que se ha de hacer por principio, porque te convencen los argumentos del VHEMT, o porque crees que en este mundo ya hay bastante gente y tú no quieres traer a alguien más, aunque no por eso desees erradicar a la raza humana de la faz de la Tierra. Pero he de decir que, desde luego, cuando analizas lo que hemos hecho en tan solo un siglo, hay que reconocer que para el ecosistema, y para una parte cada vez más grande de la humanidad que vive en la miseria, el mundo sería un lugar mucho mejor si la especie humana hubiera desaparecido hace tiempo.

Fuente: Por Rosa Martí para Esquire

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