El club de superdotados más selecto del mundo: cómo es el test para ingresar y cómo funciona por dentro

Mensa se creó en Oxford en 1946 y desde entonces permite el ingreso a solo el 2% de la población de mayor coeficiente intelectual. Hoy tiene sedes en más de 100 países, incluida Argentina. En la nota, un examen de admisión como el que toman. ¿Sos capaz de superarlo?. Por Maximiliano Fernández

General 28/08/2023 Editor Editor

Un día de agosto de 1945, apenas terminada la Segunda Guerra Mundial, ocurrió un encuentro casual en un tren que se alejaba por el condado inglés de Surrey. Un estudiante de derecho de Oxford, Lancelot Ware, que ya se había graduado en matemáticas y doctorado en bioquímica con solo 30 años, leía un informe. Cuando levantó la cabeza, vio que otro hombre, que después sabría que se llamaba Roland Berrill -australiano dedicado a la inversiones, de 48 años y aspecto excéntrico-, se acercaba con curiosidad, sorprendido por el tipo de lectura.

-¿Eso que está leyendo es el “Hansard”, el informe del parlamento británico? -le preguntó Berrill.

 
-Bueno, claro. Se puede ver en el título -respondió con arrogancia Ware.

Si bien el inicio del vínculo no resultó prometedor, la conversación fluyó con los minutos. Los dos hombres encontraron intereses en común y pronto descubrieron en la inteligencia, en cómo medir el intelecto, un tema que los apasionaba. Berrill dijo que le bastaba con mirar a alguien a los ojos para reconocer si se trataba de alguien brillante. Ware, en cambio, ofreció un enfoque más científico. Le contó de algunos tests que él y su hermana ya habían probado, en los que ambos habían logrado resultados sobresalientes.

La charla siguió por otros temas. Hablaron sobre un psicólogo afamado, Cyril Burt, quien en un programa de radio había sugerido que los gobiernos debían reunir a las mentes más lúcidas de cada nación para pensar soluciones a los estragos de la guerra. Cuando el viaje terminaba, antes de bajar del tren, intercambiaron direcciones para continuar el diálogo por correspondencia.

Se volvieron a ver las caras unos meses después. Durante el encuentro, Ware le hizo probar a Berrill un test de inteligencia, solo por diversión. El resultado lo maravilló: al igual que él, el inversionista australiano estaba en el 1% superior. Ahí se les ocurrió la idea de hacer un club de alto coeficiente intelectual, una “aristocracia del intelecto”, con un máximo de 600 miembros. El reclutamiento se hizo entre amigos y colegas. La exigencia de ingreso era inapelable: el test de IQ debía arrojar un puntaje que los ubicara en el percentil más elevado de la población.

Al cabo de unos años, el alcance del club escaló. Abandonó el secretismo inicial, su comportamiento sectario, y se abrió al mundo. Como una declaración de principios, lo bautizaron “Mensa”, que en latín significa “mesa” y representa la idea de que todos sus miembros se pueden sentar alrededor como iguales.

Hoy Mensa tiene 140 mil integrantes y presencia en más de cien países. La exigencia del ingreso se mantuvo: todos los “mensanos” están dentro del 2% de la población mundial de más alto IQ.

“Más allá de que tuvimos que hacer algunas adaptaciones para nuestro paso de un pequeño club inglés a una organización mundial con muchas culturas diferentes, el espíritu de la Constitución de Mensa es esencialmente el mismo que cuando se creó la organización”, dijo Björn Liljeqvist en diálogo con Infobae.

Liljeqvist se dedica a escribir y dar conferencias sobre estrategias de aprendizaje. Es políglota, con un título en ingeniería informática. Nació en Suecia e integra la organización local desde que tiene 15 años. Hoy es el presidente de Mensa International. “Es una oportunidad única para ayudar a coordinar un conjunto de mentes hacia un objetivo común”, consideró.

-¿Cuál diría que es el objetivo de Mensa?

-Nuestro principal objetivo es identificar y fomentar el desarrollo humano, la inteligencia en beneficio de la humanidad. En la práctica, esto se traduce en trabajar a nivel internacional para crear conciencia sobre la realidad de la inteligencia como cualidad humana. La inteligencia puede ser difícil de definir, pero no es producto de la imaginación. Es un “recurso natural” muy valioso, uno que debemos cuidar para que no se desperdicie por falta de comprensión. No todo el talento resulta evidente para otras personas.

-¿La organización tiene algún tipo de injerencia en círculos de poder?

-Mensa no es un factor de poder en la política internacional. Nuestros estatutos nos prohíben actuar políticamente, por lo que incluso si tuviéramos influencia, no podríamos utilizarla a excepción de cuando se trata del valor de la inteligencia. En algunos países, nuestros miembros pudieron influir en cuestiones como la educación especial que deben recibir los niños superdotados. Justamente es un área en la que esperaría que pudiéramos hacer mucho más en el futuro. Un debate persistente es hasta qué punto Mensa debería estar trabajando hacia afuera, hacia la sociedad, en lugar de enfocarse exclusivamente en brindar oportunidades a sus miembros.

-¿Qué responde a quienes los señalan con cierto desdén, a quienes los tildan de organización elitista?

-Bueno, no harían eso si no tomaran en serio el coeficiente intelectual. Aunque Mensa puede que sólo esté abierto a un pequeño subconjunto de la población, es sorprendentemente igualitario en su interior. No nos juzgamos ni comparamos a ver quién tiene más IQ. Todas las nacionalidades, razas y religiones son bienvenidas. Si Mensa no existiera, habríamos tenido que inventarla. Aún estamos aquí después de 77 años porque cumplimos una función y porque la inteligencia merece voces que defiendan su importancia. No somos políticos, pero nuestra propia existencia es, de alguna manera, una declaración en sí misma.

Cuán difícil es el test de ingreso

El examen de ingreso a Mensa se compone de más de 40 ejercicios y poco tiempo para resolverlos, unos 20 minutos aproximados. Todas las consignas apuntan a la deducción. Son ejercicios lógicos que presentan una secuencia de imágenes y el aspirante debe elegir en formato multiple-choice la opción correcta que cierra la serie.

Quienes lo conocen dicen que no es difícil, que cualquiera puede resolverlo porque es un examen acultural, que incluso se podría superar sin saber leer ni escribir. Lo que sucede es que no cualquiera -en realidad muy pocos- puede hacerlo en el tiempo máximo estipulado. Es un desafío de agilidad mental diseñado para que solo el 2% de la población pueda alcanzar los 148 puntos en la escala Cattell o los 130 en la escala Weschler, cuando la media de los mortales es de 100 puntos.

En Argentina, el examen puede rendirse a partir de los 14 años con autorización de los padres en alguna de las cuatro regionales a disposición (Buenos Aires, Córdoba, Mendoza y Rosario). Entre los aspirantes, el 44% de los que se presentó logró aprobar el examen en los últimos dos años. Dentro del 56% restante, aclaran, hubo varios que estuvieron cerca y se los animó a volver a rendir por más que, se supone, la práctica no mejora los resultados en este tipo de tests.

Un modelo de test

El funcionamiento de Mensa
José Luis Martínez hizo el test para ingresar a Mensa cuando tenía 20 años. Confirmó la presunción que tenía desde niño: era más inteligente que sus pares, era superdotado. Desde entonces inició un camino ligado a la organización. Llegó a ser presidente de Mensa Argentina y luego se convirtió en el primer latinoamericano en ser director internacional; cargo al que renunció cuatro meses atrás para enfocarse en su emprendimiento dedicado a la consultoría política.

Martínez conoce a la perfección los engranajes internos del club. Explica que Mensa International funciona como una federación de mensas locales. Cada sucursal es independiente en su administración, pero paga un pequeño porcentaje de sus cuotas sociales, un 7%, para mantener la sede central; un sistema similar al que utilizan en Naciones Unidas. Los cargos electivos son ad honorem. Solo los empleados cobran un sueldo. Las comunicaciones diarias se establecen por email o por una plataforma interna y una vez al año se reúne el IDB (International Board of Directors) en una asamblea presencial para decidir el rumbo de la organización.

Por su parte, los mensas nacionales se financian por dos vías. La principal es la cuota social que pagan los asociados una vez al año. La otra es por ingresos que surgen del uso del logo, la marca y la firma de acuerdos comerciales. Por caso, en la sede de Estados Unidos, donde el nombre “Mensa” es más reconocido, tienen juegos de mesa patrocinados por el club.

Con información de infobae

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