La increíble historia del jamaiquino que iba a crear un Disney argentino, contrató a Maradona y ahora mendiga en la calle

Dice que tiene una fortuna confiscada por los bancos y que aún sueña con concretar su proyecto. Se lo conoció como “El Rey del Entretenimiento”, pero hoy vive en la recova de Avenida del Libertador, donde conversó con LA NACIÓN

General 12/07/2021 Editor Editor

-¿Sos Emile?

-Sí. You speak english?

Está vestido con un traje azul, pañuelo sobresaliendo del bolsillo, medias al tono, remera blanca y zapatos marrones en buen estado de conservación. Una manta celeste, almohadón y un bolso deportivo algo raído son sus pertenencias visibles, todas depositadas con prolijidad sobre la vereda de la coqueta recova de Avenida del Libertador casi en la intersección con la calle Libertad. Allí, a metros del Patio Bullrich, a tan solo doscientos metros de la distinguida Avenida Alvear de atmósfera parisina, vive Emile Maxim St. Patrick Higgins, uno de los cientos de vecinos de la ciudad en situación de calle que, como cada uno de ellos, arrastra una historia de destierros, frustraciones, abandonos y bancarrota económica. En su caso, ese pasado conlleva el sino trágico, pero con ribetes por demás llamativos.

En 2007, Patrick Higgins anunció la creación de un Disney World en 132 hectáreas, supuestamente de su propiedad, ubicadas en la ciudad de San Pedro, al norte de la provincia de Buenos Aires. Un letrero y hasta la confirmación del proyecto de parte de las autoridades de la ciudad de las naranjas le confirieron cierto aire de seriedad a la aventura. Además, unos meses antes de ese anuncio rimbombante, también fue el responsable de World Football Idol, un reality televisivo a medio terminar que buscaba a la nueva estrella del fútbol del mundo y contaba con la venia de Diego Armando Maradona, quien ofició de animador del certamen. El hombre nacido en Jamaica encontró en Argentina un lugar propicio para concretar sus sueños, algunos de ellos aún inconclusos.

Nadie sabe con precisión el origen de Patrick y su supuesta fortuna. ¿Se trata de un delirante? ¿Un estafador? ¿Cómo logró convencer a tanta gente de que lo suyo iba en serio? ¿Es realmente un empresario caído en desgracia? Voló en aviones privados, tuvo oficinas en Puerto Madero, usó autos de alta gama, contrató a primeras figuras nacionales e internacionales... A continuación, su fascinante historia.

Destierro y fabulación
En aquellos tiempos de opulencia con mucho de espejitos de colores, el otrora empresario se movía en autos de alta gama y pernoctaba en hoteles cinco estrellas. Se hacía llamar “El Rey del Entretenimiento”.

-¿Tenés barbijo?

-Sí…

-¿Podrías colocártelo?

Emile asiente, pero continúa hablando con su boca destapada en una media lengua que alterna un mal español con un confuso inglés, idioma que prioriza. Es complejo descifrar si existe lógica en su relato. Para el neófito en esas cuestiones de la psiquis humana, su hablar desnuda, al menos, lo que vulgarmente podría definirse como una persona delirante.

-Tengo mucha plata en retención.

-¿Impuestos?

-Tengo mucha plata en este país.

-…

-Este año es posible que seven million de dólares…

-¿Para qué necesitás ese dinero?

-Para regreso…

-¿Para regresar a tu país?

-No, para que me regresen mi plata.

-¿Quién tiene ese dinero?

-Está en retención…

-¿Retención del Estado?

-Exactamente… mi plata es siete punto cinco millones de dólares.

-No me queda claro quién te retuvo el dinero.

-Necesito que regrese a mí, mi plata.

-¿Quién la tiene?

.....

Emile menciona a dos entidades bancarias de origen extranjero. La suma que hoy esboza es inferior a los dos billones que alguna vez declaró como confiscados, razón por la cual comenzó a deambular por la ciudad.

-¿Por qué los bancos se quedaron con tu dinero?

-Porque me cerraron las cuentas. ¿Entiendes?

Opulencias
Tiene su cuerpo bastante encorvado, a pesar de aparentar ser un hombre joven. Barba raleada, cabello corto enrulado. El aseo y un aire de prolijidad parecieran deschabar ese pasado de finanzas abultadas o, al menos, de un estilo de vida sibarita.

Los argentinos conocieron a Emile Maxim St. Patrick Higgins en el 2007. Corría el mes de abril cuando en la ciudad de Mar del Plata, él mismo, enfundado en un costoso traje y luciendo joyas de oro, protagonizaba los avisos de la convocatoria para la realización de World Football Idol, un reality que tendría con finalidad encontrar a una nueva gran estrella del fútbol, que sería premiada con cien mil dólares y la posibilidad de probarse en el club del mundo que quisiera. La convocatoria tenía fecha y lugar: 12 de mayo en el Estadio Mundialista de “La Feliz”.

El empresario arribó a la ciudad en un jet privado y, de inmediato, abordó un Lamborghini Diablo modelo 1989, en el que también podría dar una vuelta el ganador del certamen. Sin embargo, la idea no cuajó entre los marplatenses. Solo unas 30 personas se interesaron por la propuesta. Pero, St. Patrick Higgins no se acobardó e insistió.

El 24 de julio, en el polideportivo Islas Malvinas, se llevó a cabo una segunda instancia de la singular propuesta. Para atraer al público, convocó a Diego Maradona y, durante el evento, hiló tres shows de primer nivel: La Sole, Los Nocheros y Gloria Gaynor. El conductor del evento fue el futbolista Sergio Goycochea.

El 24 de noviembre de 2007, el pintoresco empresario volvió a generar una convocatoria y escogió, una vez más, al faraónico Estadio Mundialista de la avenida Juan B. Justo de Mar del Plata. La lluvia opacó la jornada y poca gente se hizo presente en el lugar, a pesar de las atractivas actuaciones del grupo Miranda!, que ofició de telonero de la banda internacional Duran Duran.

En simultáneo a su berretín por encontrar talentos con destreza frente al balón, Emile Maxim St. Patrick Higgins anunció aquel delirante desarrollo de un parque Disney en la ciudad bonaerense de San Pedro.

Ante los incrédulos, el empresario de dientes relucientes mostraba la escritura que atestiguaba ser el propietario de las 120 hectáreas de campo donde se desarrollaría el faraónico parque con atracciones mecánicas nunca vistas en el país.

Los letreros anunciaban el Word Disney Mundo, pero el gigante Disney se encargó de desmentir que hubiese permitido el emplazamiento del futuro parque. Sin embargo, el empresario, que se paseaba por Puerto Madero en lujosos automóviles y mostraba sus manos llenas de anillos, pulseras y relojes de oro, insistía con su idea y aseguraba que generaría cientos de puestos de trabajo a través de la Higgins Warner Corporation.

En alguna ocasión, el exótico personaje se mostró bajando de un helicóptero con hombres vestidos con túnicas, buscando confirmar que los capitales para montar el parque de diversiones tenían su origen en los Emiratos Árabes.

Ni aquel certamen logró catapultar a la fama a ningún aspirante a astro del fútbol ni se levantó en San Pedro un Disney local. Al tiempo, nada más se supo del singular jamaiquino que habría dejado un importante saldo deudor con un destacado empresario marplatense dedicado a la producción de eventos y sus tierras sanpedrinas habrían sido embargadas.

Bajo una recova
-¿Podrías ponerte el barbijo? Si no tenés, puedo ofrecerte uno.

-Pero no se escucha.

-Pero es más seguro.

-Ok.

Finalmente, acepta colocarse el tapabocas y seguir hablando con cordialidad. Se le percibe las ganas de comunicar su verdad.

-Con un capital tan importante, ¿por qué vivís en la calle?

-Yo no tengo acceso a plata. Mira lo que tengo…

Muestra su billetera prolija, aunque ajada, que contiene algunas tarjetas y una suma de ciento veinte pesos.

-¿Por qué no podés sacar tu dinero de los bancos?

-El problema es que the plata (sic) es mucha… ¿Sabes cuál es el problema?

-Explicámelo.

-Yo tengo pasaporte argentino diplomático.

Sin mayores detalles, insiste en la versión del documento internacional avalado por la diplomacia.

-Emile, vos habías generado el proyecto de un parque Disney en la ciudad de San Pedro. ¿Qué sucedió? ¿Por qué no lo concretaste?

-Necesito continuar. Muchas personas saben que tengo mi casa en Puerto Madero y mi oficina.

-Me estabas contando sobre el Disney de San Pedro.

-Sí. Necesito plata que regrese a mí. No tengo acceso a esa plata.

-¿Por qué?

-Es político, necesito del Congreso.

-¿Es un tema político?

-Exactamente.

-¿Por qué? ¿Alguien no quería que se concretara el proyecto?

-Exactamente. Necesito toda la prensa para ayuda a mí. ¿Tu nombre...?

Cada tanto dirá “for example” en esa lengua a mitad de camino entre el español y el inglés que es idioma oficial en su Jamaica natal, aunque el idioma nacional es el patois jamaiquino.

-Emile, ¿vivís en esta vereda?

-Sí.

-Se te ve muy prolijo. ¿Podés higienizarte?

-Sí, en café…

-¿Quién te ayuda con la alimentación?

-La gente.

Según pudo saber LA NACIÓN, algunos vecinos y comerciantes de la cuadra le ofrecen ayuda: desde comida hasta algunos pesos para sobrevivir en el día a día satisfaciendo cuestiones muy básicas. “La gente le da una mano”, reconoció la empleada de una marca de ropa de diseño de la cuadra.

-¿Tenés familia en Jamaica?

-No.

-¿Y en Argentina?

-No familia. Políticos… políticos.

-¿Qué sucede con los políticos?

-Todos saben de mí. También duermo allá.

Emile señala hacia el sur y aclara que se trata de la esquina de Leandro N. Alem y Corrientes.

-Entonces el problema es tu dinero confiscado.

-Próximamente sacaré.

-¿Vas a continuar con el proyecto del Disney en la provincia de Buenos Aires?

-Sí.

-En el programa World Football Idol conociste a Diego Maradona.

-Exactamente.

-¿Cómo era él?

-No sólo él, también muchos políticos, abogados, arquitectos, escribanos. Pero no tengo acceso a la plata.

-¿Tenés un buen recuerdo de Maradona?

-Sí, todo bien…

-Emile, te agradezco la charla.

-¿Tendrías plata para mí?

Fuente: por Pablo Mascareño para el diario La Nación

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