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Love Has Won fue una secta liderada por Amy Carlson, una mujer que había sido gerenta de una casa de comidas rápidas y que abandonó a sus tres hijos para liderar al grupo de fanáticos. Las transmisiones por internet que la hicieron conocida. Y el papel de los galácticos
08/01/2024 Matías Bauso28 de abril de 2021. Una pequeña casa rústica de Crestone, un pequeño pueblo de Colorado, Estados Unidos. La habitación parece un gran altar. Sobre la cama, la mujer está dentro de una bolsa de dormir. Alrededor, decenas de luces navideñas que titilan y velas que arden. Sólo asoma su cara. Alguien la maquilló con mucho glitter. Su piel es azul grisácea, como si hubiera salido de una escena de Avatar. Es Madre Dios. Y lleva muerta más de doce días.
Según ella y sus seguidores se trataba de una divinidad en la tierra. Tenía 19.000 millones de años de edad y lideraba el culto religioso Love Has Won. En vidas anteriores había reencarnado en Juana de Arco, Marilyn Monroe y Jesús, entre otros. Sus seguidores seguían a través de las redes sus enseñanzas y consejos. Un grupo pequeño, que fluctuaba entre 12 y 25 personas, vivía con ella. Solía recibir mensajes de Los Galácticos, un grupo de muertos célebres que se comunicaban con ella. El de mayor jerarquía en esa escala fantasmagórica era Robin Williams, que desde su suicidio enviaba mensajes y hasta daba órdenes con constancia. Y se esperaba que el cómico fuera quien bajara a la tierra, en una astronave comandada por John Lennon, a buscar el cuerpo de la mujer.
La serie sobre la secta
El caso de Madre Dios y el culto que mantuvo durante ocho años es el tema de Love Has Won: El Culto a Madre Dios, una excelente miniserie documental que hace unas semanas subió HBO Max. Dirigida por Hannah Olson, sin un narrador en off y a través de testimonios actuales de integrantes de la secta, familiares, policías y con imágenes de la líder que tomaban sus discípulos y eran compartidas por internet, cuenta esta historia que mezcla el delirio con lo truculento, el exceso con el desamparo, la religión con la superstición, la investigación racional con las teorías conspiranoicas, el alcohol y las pseudociencias con la necrofilia.Madre Dios, antes, había sido Amy Carlson, una mujer que nació en Dallas en 1975. Fue una buena estudiante en el colegio. Tuvo su primer hijo a los 20. El padre no lo reconoció. En pocos años tuvo otros dos hijos con otros dos padres diferentes. Las parejas no resultaron. Comenzó a trabajar con denuedo para mantener a los chicos. En poco tiempo llegó a ser gerente de un local de McDonalds. Parecía que de a poco todo se iba asentando. En sus ratos libres buscó sosiego espiritual en internet. No le bastaban los libros new age que le habían recomendado. Leyó, vio videos, siguió diferentes gurúes. Hasta que en 2007 se contactó con Amerith WhiteEagle, un influencer (tal vez todavía no se utilizaba esa clasificación) espiritual con el physique du rol perfecto: pelo largo blanco, barba larga blanca, túnica, no demasiado pulcro, con un leve aire de desorientación en la mirada y hablar pausado, en un tono entre condescendiente, bobalicón y cínico. Ella comentó sus videos de internet, participó en sus foros, hablaron por privado. Una noche de 2007, mientras cenaba con su madre y sus hermanas, Amy se levantó de la mesa sin decir nada. No volvió nunca más. Dejó atrás a sus tres hijos y al resto de su familia, su trabajo, su mundo anterior. A partir de ese momento ya no volvería a ser Amy Carlson. Pasó a ser Madre Dios.
Padre Dios era Amerith, que se convirtió también en su pareja. Pero sería el primer Padre Dios de muchos. Cada vez que ella cambiaba de amor, se modificaba la deidad. Amerith dice en el documental que partir de ese momento: “Ella fue más Dios que el resto de los Dioses”.
HBO Max estrenó una miniserie documental de tres capítulos en la que se narra la historia de Love Has Won y de Amy Carlson
Amy comenzó a multiplicar su actividad en internet. Eso trajo que sus seguidores crecieran exponencialmente. Algunos comenzaron a vivir en comunidad con ella. Uno de sus primeros seguidores, Miguel, era contador y venía de tener trabajos corporativos. A partir de ese momento se convirtió en el hombre que manejó las donaciones y los fondos de la comunidad.
La secta del streaming
Al revés que en otros cultos acá la mayoría de las cosas eran visibles para todos durante gran parte del día. Decidieron hacer streamings permanentes. Una especie de Gran Hermano de una secta. En esas transmisiones, casi perpetuas, Madre Dios daba largas charlas, y sus acólitos vendían sesiones privadas y una serie de productos e implementos que acercarían a los seguidores a la salvación. Velas, aceites, supuestos suplementos vitamínicos, dispositivos mágicos y plata coloidal, un líquido con fragmentos de plata que curaba todos los males imaginables.
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Una de las bases de las prédicas, más allá de algunos conceptos de las religiones monoteístas, del new age y de las corrientes espirituales en boga desde la explosión del hipismo, eran las teorías conspiranoicas. Eran negacionistas del Holocausto, víctimas de un gran boicot mundial, trumpistas y afirmaban que las virtudes y facultades todo poderosas de la plata coloidal eran negadas e invisibilizadas por el establishment porque llevarían a la extinción de una de sus industrias más poderosas, la farmacéutica.
La líder hablaba (¿pontificaba?) diariamente a sus discípulos y sus palabras eran transmitidas en vivo. Hablaba de “Nuevos Paradigmas”. Decía que “Todo se estaba transformando todo el tiempo”, que “Había que unirse a los lazos energéticos”, o que “Todos debían rendirse a la luz”. Sus frases no decían nada demasiado específico ni revelador. Lo que llamaba la atención era el clima que había en la casa. Gente joven, muchas chicas hermosas, sonrisas, alcohol y drogas todo el día. Eso atrajo a mucha gente sin importar demasiado la doctrina que Madre Dios pregonaba.
Las dos oráculos. Eran las encargadas de decodificar los mensajes enviados por los Galácticos desde el más allá. Los Galácticos podían ser desde Robin Williams a John Lennon, pasando por Whitney Houston, Prince o Michael Jackson (Créditos: HBO Max)
Sus discípulos anotaban en frondosos cuadernos cada palabra y cada movimiento de Madre Dios. Desde la transcripción palabra por palabra de sus homilías alucinadas hasta cada alimento que ingería o las veces que bostezaba en medio de una reunión. El acopio, se supone, tenía la intención de registrar la cotidianeidad y el pensamiento de la mujer que ellos creían una divinidad, sus propios evangelios.
El servicio premium que ofrecían eran las intervenciones espirituales. Sesiones curativas privadas que hacía la líder vía internet. Realizaba varias por día en horarios disímiles. Ella las llamaba cirugías espirituales.
A las acusaciones de que eran una secta, les respondían con dureza que se trataba de ataques machistas porque era la primera vez que había una mujer dios, que hasta ese momento la máxima divinidad de las religiones era un hombre.
El organigrama de la secta
La estructura jerárquica era encabezada por madre Dios. después venía Padre Dios (que como vimos se iba modificando). Luego estaban los Galácticos, el Equipo Etéreo de Madre Dios: una especie de Dream Team de muertos célebres que asistía con sus mensajes a la líder. Ese equipo era liderado por Robin Williams. Estaban Michael Jackson, Whitney Houston, Prince, Rodney Dangerfield, Wlat Disney, Carrie Fisher, Elvis y varios más. Un amontonamiento random de celebridades que ya no estaban. Había dos oráculos que eran las que transmitían e interpretaban los mensajes enviados por los Galácticos. Y después había varios arcángeles y ángeles que eran los colaboradores de Madre Dios, los que vivían con ella.
Mientras tanto la comunidad se hacía cada vez más conocida y se había profesionalizado. El diseño y el cuidado de las redes había ganado sofisticación. Cambiaron el nombre por Love Has Won y eran conocidos también como la Federación Galáctica de la Luz. Los seguidores seguían incrementándose. Más de 20.000 en Facebook y otros 10.000 en Youtube.
La historia de Love Has Won se diferencia de las típicas historias de sectas. Acá hay poco oculto. Casi todo ocurrió a la vista de miles de personas que se conectaban, casi con adicción, diariamente a los streamings. Se conocía a la líder, a las otras personas encumbradas en la organización, la doctrina que diseminaban, los servicios que monetizaban. Por eso existen miles de horas de You Tube que testimonian los días de gloria (más de 2.700 videos almacenados) y la caída lenta e inevitable de Madre Dios. Tampoco pesan sobre ella ni sobre la organización denuncias de violaciones, abusos sexuales, sometimiento a esclavitud sexual como en tantos otros cultos.
El último Padre Dios o, lo que es lo mismo, el último novio de Amy era un personaje particular. Pelo largo, fanfarrón, cuerpo trabajado, larguísimo prontuario, homeless, adicto a las metanfetaminas. Primero fue seguidor ocasional, después comenzó a interactuar virtualmente con los miembros de la comunidad hasta que Madre Dios lo mandó a buscar. El día que llegó a la casa de Colorado que todos compartían se convirtió en Padre Dios, en el cuarto. Por primera vez, el desplazado no dejó de ser una divinidad sino que se creó una nueva categoría para él, algo así como sucede cuando los presidentes desplazan ministros cuestionados y los envían como embajadores a un país europeo: Padre Dios del Multiverso. En el plano personal la degradación fue inevitable: dejó de ser el novio y la pareja sexual de Amy o de Madre Dios.
El novio de Dios
Este ex convicto (en el documental se lo ve con una tobillera electrónica) se llama Jason Castillo. Su llegada alteró el clima de la comunidad. Los karmas melodiosos fueron reemplazados por heavy metal. La megalomanía de Madre Dios sólo empeoró. También su adicción al alcohol y a las drogas. Todo el día estaba borracha o fumando marihuana. Se podía ver en las transmisiones. Otra cosa que quedó registrada fue el clima de conflictividad y sus súbitos ataques de cólera. Mientras otros pedían donaciones (“¡Cómo le vas a negar tu dinero a Dios!” era uno de los slogans más repetidos) o vendían productos, de fondo se escuchaban los gritos desaforados e inconexos de la líder, por lo general motivados por una pelea conyugal o por la obnubilación que las sustancias producían en su cerebro.
Una de las seguidoras de Madre Dios que estuvo con ella hasta el final (Créditos: HBO Max)
Durante la pandemia, Love Has Won recibió una advertencia de las autoridades sanitarias de Estados Unidos: en cada transmisión repetían con insistencia que la plata coloidal era la cura más efectiva del COVID pero que los laboratorios ocultaban la verdad.
El deterioro físco de Madre Dios fue notorio. Perdía peso con mucha velocidad. Su movilidad se vio afectada. Se le dificultaba caminar hasta que yo no pudo mantenerse en pie. Quedó paralizada de la cintura para abajo. Su pareja Padre Dios, la cargaba en brazos para los desplazamientos. La piel se puso tirante sobre sus huesos, los músculos desaparecieron. Todo su cuerpo pasó a tener ángulos filosos. Pero lo más notorio de la transformación fue su color. Al principio parecía que era lividez pero resultó que su piel pasó de una tonalidad rosada a un azul grisáceo.
Ella creyó tener cáncer. Sus discípulos atribuían su debilidad y sus dolores a que ella absorbía los males del mundo, los sufrimientos del resto de los mortales. En lo que todos coincidieron fue en no acudir a médicos tradicionales. Eran parte de lo que llamaban el Mundo 3D y no de la Dimensión 5D de la que Madre Dios era la principal deidad.
Le daban dosis de plata coloidal que cada día, ante su empeoramiento, aumentaban. Ninguno atribuyó su transformación epidérmica a esa sustancia y a su consumo en dosis industriales. Si hubieran consultado a un médico hubiera diagnosticado Algiria, una intoxicación masiva con plata que pone la piel del paciente como la de un pitufo.
Ella, mientras la anorexia consumía su cuerpo, creía que además del líquido azul, las ´mejores medicinas eran el alcohol y las drogas.
Algunos de sus discípulos comenzaron a ver el final como inevitable. Pero ninguno pensaba en la muerte. Sólo se trataría de una transformación. A Madre Dios le estaba llegando el momento de la ascensión. Veían en fenómenos climáticos (o tan solo en nubes) el anuncio de la llegada de las astronaves, manejadas por el Beatle John, que se llevarían a su líder al cielo. Eso es lo que las dos jóvenes que oficiaban de oráculos transmitían después de decodificar los mensajes que envían los galácticos y en especial su embajador mayor, Robin Williams.
A mediados de 2020 con Amy/Madre Dios pesando alrededor de 40 kilos y ya sin poder caminar, todo el grupo emigró hacia Hawái. Duraron poco. En uno de los streamings la líder dijo que ella era la Diosa Pelé, la diosa volcánica de Hawái. Los lugareños se instalaron frente a la casa y la atacaron con huevos y piedras por la blasfemia. Las autoridades de la isla intervinieron y les pidieron que se fueran.
El final de la Madre Dios
Regresaron a Colorado. La familia de Amy la vio en muy mal estado y después de años de desconexión y enojos por el súbito abandono se preocupan por su salud. Ella no respondió a sus intentos de acercamiento. A una de sus hermanas se le ocurrió que acudir al programa televisivo del Dr. Phil, un talk show algo escandaloso, podría funcionar. El programa logró el encuentro virtual. Pero Amy no dialogó con su madre ni con su hermana, les reprochó no entender su transformación y hasta dijo sentirse traicionada por la familia terrestre. Cuando le preguntaron por los hijos afirmó que ella no los abandonó, que sólo siguió la voz de los ángeles que le indicaron que tenía una misión superior.
Su aparición televisiva no le trajo más discípulos como ella había pensado. Sólo mostró la fragilidad de su estado.
El pequeño núcleo de seguidores que vivía con ella se abroqueló en la casa de Colorado. El Padre Dios, el Padre Dios del Multiverso, las dos oráculos, algunos arcángeles y otros pocos que todavía no tenía jerarquía celestial. No quedaban, para ese entonces, más de quince. Acompañaron lo que para el resto de los mortales sería la agonía pero para ellos se trataba de un cambio de estado, siempre mirando al cielo por si las astronaves descendían. En algún momento, Amy pidió ser llevada a un médico pero los que la rodeaban se negaron, nada de medicina 3D para la divinidad.
Murió en su cama el 16 de abril de 2021. Pero eso recién se supo por las declaraciones posteriores y por la autopsia. Para los miembros de la secta seguía viviendo. Escuchaban latidos dónde no los había, encontraban “actividad eléctrica” y le siguieron dando por tres días sus dosis de plata coloidal y masajeando sus brazos y piernas. Alguno dijo que no había que preocuparse porque ella tenía tres corazones. Otros creyeron que había resucitado.
En algún momento, Padre Dios recibió una revelación. Otra vez hablaron los Galácticos a través de Robin Williams. Había que evacuarla. Tomaron el cadáver, le pusieron una gorra, anteojos negros y se dirigieron a acampar a Oregon. Su pareja duerme, protegido por una carpa, al lado de la bolsa de dormir con el cadáver del que apenas asomaba la cabeza azul. A esa altura, los que la rodeaban ya habían asumido su muerte pero esperaban que Robin Williams, Jesús o alguno de sus emisarios viniera a llevar su cuerpo hasta el cielo.
Cuando se cumplieron 10 días de la muerte de Amy, el grupo, envuelto en una nube de paranoia tras escuchar pasos en el bosque, emprende el regreso a Colorado. Otra vez atraviesan cinco estados en auto con el cadáver putrefacto en el asiento de atrás.
Los vecinos al ver movimientos extraños realizaron la denuncia policial. A los 12 días de la muerte la policía golpeó la puerta de la casa comunitaria. Les abrieron sin problema. Al inspeccionar encontraron el cadáver de Amy, maquillado, iluminado por las luces de arbolito, con la cara azul, rigidez cadavérica y un olor nauseabundo sobre la cama.
Los policías creyeron que el cadáver había sido pintado por alguien.
Todos los que estaban en la casa fueron detenidos. Estuvieron en una celda hasta el día que se conoció el resultado de la autopsia. Todos fueron liberados y los cargos se retiraron. Se determinó que las causas de la muerte fueron la anorexia, el excesivo uso de alcohol y el consumo crónico de plata coloidal. Amy tenía 45 años y en el momento de la muerte pesaba 34 kilos.
Infobae
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