Los anti centennials: tienen menos de 30 años y no usan redes sociales por elección

En el Día Mundial de las Redes Sociales, Clarín dialogó con una pareja joven que elige no estar activos en las plataformas digitales. Ella no tiene datos en su celular y él abandonó su carrera por no poder adaptarse a las clases virtuales.

Mundo 06/07/2021 Editor Editor

Lila y Marco no tienen redes sociales por elección. Lila tiene 25 años y Marco 26. Son los anti centennials, la excepción a la regla. Se conocieron en noviembre del 2020 trabajando como baristas de un café del centro porteño. No hubo chat ni reacciones a historias de Instagram de por medio, hubo miradas y una conexión real.


A Marco le apasionan las plantas y pasa tiempo con ellas. Lila lo acompaña. Foto: Florencia Chicano Ramos.

Esos no son sus nombres reales, pero los llamaremos así de acá en adelante para resguardar sus identidades.

Lila estudia Artes Visuales en la Universidad Nacional de las Artes (UNA). Sólo le queda la tesis para recibirse. Marco estudia Ciencias Biológicas en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales en la UBA. Está a cuatro materias de recibirse, lo que significaría en temporalidad, un año.

Marco dejó en stand by su carrera desde que comenzó la pandemia. No supo o no pudo adaptarse a la virtualidad. Su limitante fue saber que esa clase estaba siendo grabada y que iba a quedar publicada en Youtube.

"Nunca fui vergonzoso, al contrario, en persona soy extrovertido pero me pasaba que en las clases virtuales era tímido. Me pedían que interactúe y me costaba. Quizás sabía la respuesta, pero me costaba mucho expresarla", cuenta.

"Me limitaba saber que iba a estar mi cara grabada en un video subido a Youtube donde se ve qué opino y cómo es mi casa de fondo. Es como una cosa bizarra. Al principio no lo entendía y después pensé 'pero esa también es la cocina del profesor, el que llora es su hijo y el gato que aparece maullando de fondo. ¿Por qué me tengo que meter en su intimidad? ¿por qué me la estoy agarrando con el gato? Ah, pero esto es la facultad'", detalla.

Una pausa sin clases presenciales
A Marco le costó mucho adaptarse y después de haber concluido su primer cuatrimestre vía clases por Zoom, decidió que iba a dejar en pausa su carrera porque sentía que no estaba aprendiendo lo suficiente y si bien se reconoce estudioso y aplicado, tenía la sensación que algo estaba fallando en su aprendizaje.

Tanto Lila como Marco tienen cuentas creadas en Instagram pero no las usan. Lila ni siquiera tiene datos móviles en su celular. Elige sólo conectarse para mandar un mensaje por WhatsApp o realizar una llamada cuando lo ve muy necesario, de lo contrario espera a tener wifi en su casa o en algún bar.

"Nunca tuve datos en mi vida porque uso poco el teléfono y nunca tuve mucho interés por usarlo", detalla tímidamente. Marco espera a que termine la frase y complementa: "Está buenísimo en el sentido de que si pensamos que los datos son como una conexión y sabe de dónde estás en cada momento y en cada lugar, su vida apareció colgada en un satélite digamos. Es interesante pensarlo"

Lila es de pocas palabras y parece pensar justo antes de decir cada una de ellas. Marco, en cambio, es quien parece llevar la posta en la conversación que se da en su casa ubicada en un barrio lindero a Villa Crespo.

La cocina, su punto de encuentro
El departamento es amplio, hay una escalera de cemento, parece ser un duplex. El living y la cocina parecieran estar integrados en el mismo espacio pero quedan alejados entre sí dando intimidad a cada espacio. Hay pocos objetos decorativos. Un tocadiscos, algún que otro libro y un perchero vertical apoyado sobre la pared.

La luz entra por los ventanales, son las nueve de la mañana y es la hora de las fotos. Afuera hay un balcón-terraza con una mesita y dos sillas. Al costado, hay una parrilla. "Me encantan las plantas", asiente Marco. La entrevistadora sonríe a través de su barbijo y asiente: "¿Son suculentas, no?".

Lila llega con una maceta en la mano. La periodista le toma algunas fotos afuera y luego en la cocina. "Cortando un tomate puede ser, para mostrar que nos gusta cocinar". Definitivamente ese el lugar donde más tiempo comparten juntos. 

"Nos gusta mucho la comida coreana, la cocina asiática y ahora también estamos tratando de fermentar. Estamos experimentando para hacer vinagre de manzana, cebollitas, tenemos zanahorias, tratamos con pepinos. Él quiere hacer kimchi, pero todavía no lo hizo", explica Lila.

Marco acota: "A mí me gusta en realidad sacar diferentes cosas de cada alimento. A ella le gusta mucho la cocina asiática y lo estamos compartiendo, me encantan los sabores porque son muy diversos y como siempre me gustaron mucho las verduras, se tiene como otro repertorio para probar, así que está interesante".

Si bien ninguno de los dos estudió gastronomía, cuentan que vienen de familias que les gusta mucho cocinar y que la comida ocupa un lugar importante en las reuniones familiares.

"Desde los 13 años que estoy pensando cómo voy a hacer un queso vegetal, después en algún momento hice alguno y en los años, que somos poquitos los que tenemos creo, vamos tomando toda esa experiencia", detalla Marco con una sonrisa impecable.

"Me gusta mucho las plantas por Biología entonces me encantaría hacer crecer la comida que yo como con la idea de desconectarse un poco del mundo globalizado que avanza y no ve cuál es la tendencia del planeta. Hacer una huerta y suministrar tus propios alimentos", analiza mientras cuenta sus ganas de tener una huerta en su balcón-terraza.

La gastronomía viene de alguna manera a unir sus profesiones y sellar su amor. Lila siendo barista no toma café sin embargo se destaca por sus diseños en los cafés de especialidad. Su conocimiento en Artes Visuales parece aplicarlo a otros planos de su vida.

Qué son las redes sociales para los anticentennials

Lila: "Me gustaría que sea una herramienta pero no sé si llega a ser eso. Creo que como no lo usamos, tampoco sabemos bien. Es que no se si se llega a conectar con la otra persona a través de las redes".

Marco: "Es como la forma que encontramos de comunicarnos sin necesidad de vernos. Es algo muy flashero, que lo hizo el humano. Deberíamos usarlo como una herramienta y tendríamos que pensar como papás, como hijos y como abuelos, qué hace eso en nuestras cabezas, en nuestra sociedad y en nuestros pibes".

- ¿Qué visión tienen respecto de los niños y el uso que le dan a la tecnología teniendo en cuenta que ya son nativos digitales?

Lila: "A mí me da un poco de miedo, creo que si ya a los adultos les puede afectar tanto el compararse o el recibir o no likes, creo que alguien chiquito es más vulnerable, más susceptible".

Marco: "El término nativo digital no lo había escuchado nunca pero me parece realmente triste. Lo veo tremendo porque nosotros todavía no sabemos qué impacto tiene pasar tantas horas frente a una compu. No sabemos qué impacto tiene para nosotros porque nuestros abuelos no lo hacían, entonces nosotros solitos nos estamos metiendo en el meollo. La humanidad va hacia ese lugar. Pienso ¿vamos a charlarlo o no? ¿En qué mesa nos vamos a sentar para charlarlo? ¿Cuál es el contexto en el que lo podemos charlar?".

El efecto pandemia y las redes sociales

- ¿Cuál es su mirada cuando las redes vinieron a reemplazar los encuentros sociales por el distanciamiento social y obligatorio del 2020?

Marco: "A mi no me gustó nada. Me pareció muy perverso a nivel social, político y mundial. Esa situación de aislamiento se pudo sostener de alguna forma en función de que todas las personas estaban conectadas a sus celulares y a sus teles escuchando lo que pasaba afuera y cómo funcionaba, quién moría, cuántos morían. Se me pone la piel de gallina de pensar cuántas veces escuché la palabra muerte en los últimos dos años. Siento que los comunicadores tienen que ser conscientes de eso".

Marco hace una pausa. Lila lo mira de reojo. Los tres nos reímos.

Lila: "Eso de conectar no sé si es necesario vía red social. Yo durante la pandemia hice videollamadas por Skype con mi abuela y eso siento que no es red social. Creo que con la tecnología te podés conectar durante la cuarentena pero después con las redes no sé que pasó, no estaba".

Marco retoma el hilo y cuenta: "Una familia que pudo comunicarse y antes no lo podía hacer, es algo muy feliz. A uno lo sensibiliza mucho el buen uso que le podemos dar. Ver a un abuelo reencontrarse con su hijo después de mucho tiempo, está buenísimo. Hay una parte que es herramienta y otra parte que es qué uso le damos a esa herramienta. Escuché que muchas veces es un reflejo de la humanidad y es muy claro".

Ambos atienden los llamados telefónicos, tienen WhatsApp y mail. Marco aparece lo justo y lo necesario en el chat de amigos y ejemplifica "Aparezco y pregunto 'Che chicos, ¿cuándo nos vemos?' y después me desconecto". Por chat privado algún amigo le avisa día y horario.

"Lo que no termino de entender es Instagram y relaciones sociales. Para mí van por dos lados diferentes, lo que podés hacer con un celular y lo que podés hacer con un amigo. Me cuesta romper esa barrera o adaptarme a eso porque estar todo el tiempo con el celular, para mí no es prioridad". Lila asiente.

Fuente: Clarín por Florencia Chicana Ramos

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